España
me duele. Es una sensación triste y desagradable que ya asumo como crónica y
perpetua en mi vida. Algo así como quien padece de hemorroides, úlcera de
estómago o le ha salido un hijo nini.
Mi
últimos lamentos celtiberos me vienen a cuento de la visita que realicé ayer,
en compañía de una amiga, a la localidad segoviana de Valsaín. Sabía que allí
existe un palacio por el que pasaron reyes y que gozó de mejores tiempos. Pero
lo que nos encontramos hizo que se nos cayese el alma escaleras abajo. Estuvimos
viendo el interior de la "Torre Nueva" que según he consultado, fue
sólo una pequeña parte del verdadero complejo que llegó a constituir el
palacio.
Se
tiene constancia de que Alfonso XI, Rey de Castilla, paró por Valsaín durante
sus jornadas de cacerías y alguna construcción mandó edificar. Imagino que el
dato procede de su Libro de la Montería. El caso es que a partir de entonces el
lugar continuó siendo frecuentado por los monarcas castellanos y dotado de más edificaciones. Y fue a mediados del siglo XVI cuando Felipe II, siendo aún
príncipe, decidió levantar un palacio de estilo flamenco para su descanso y
recreo. Para conocer más datos, os recomiendo visitar la web de Arquitectura Popular, en donde explican detalladamente el proceso de construcción del
palacio. Y también su deriva hacia la decadencia, el abandono y el expolio. Y
con un material gráfico magnífico.
Expresión máxima de la decadencia.
Ecos mudos del pasado.
El edificio se encuentra totalmente destripado.
Lo que queda, por decir algo, de los bordes del techo abovedado de una de las salas.
El granito es un material constructivo constante en la obra.
El granito no deja de ser un material constructivo cotizado y del que este palacio ha debido ser un buen proveedor.
Enfermo al pensar que las
enormes fuerzas y resortes empresariales capaces de crear centros comerciales a
decenas, enormes aéreas residenciales en parajes desolados, aeropuertos en la
nada, campos de golf en secano y otras tantas magnas obras, no hayan tenido la
capacidad y/o sensibilidad de mantener vivos estos lugares. Ya sea como museos,
hoteles, centros de reunión, viviendas de lujo o todo aquello que se tercie y
sea sostenible. Cierto es que la decadencia del Palacio de Valsaín viene de
antiguo. Mas la cultura oligárquica de la que hablo, también.
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