sábado, 27 de julio de 2019

Apuntes sobre el gasógeno II


Continúo buceando entre archivos históricos digitales, como forma de entretenimiento durante mis días libres en Arabia Saudí. Esta vez he continuado con la navegación en la web de la Biblioteca Nacional de España. Y en el primer número de la revista Ingeniería y Construcción, publicado en enero de 1923, he dado con una breve e interesante descripción de un camión alimentado con gas pobre. 



Pero antes de nada, para comprender bien la filosofía de los sistemas de gasificación mediante combustiones incompletas, os recomiendo ver este vídeo:





Según el autor del artículo, ya en 1923 existía una extensa variedad de tipos de camiones automóviles. El texto se dedica a detallar las características de un modelo de la firma inglesa John I. Thornycroft. El aspecto exterior es análogo a un modelo fabricado por la misma casa alimentado con gasolina. El chasis y el motor son iguales, salvo por una ligera diferencia en cuanto a la compresión de los cilindros.






Modelo de camión semejante al descrito, pero alimentado con gasolina.

Aprovechando el calor desprendido por el gasógeno, el aire aspirado es precalentado antes de entrar en él. El depósito de combustible, con forma de tolva, tiene la misma sección que el gasógeno. Pero su altura varía en función del combustible a emplear: madera, carbón vegetal, carbón mineral…Una válvula colocada entre el depósito de combustible y el gasógeno regula la entrada de combustible.




Una vez generados los gases combustibles a partir de la materia sólida, éstos son refrigerados gracias a su paso por una tubería metálica rodeada de una camisa de agua. La eliminación de partículas sólidas se realiza mediante tres etapas. En la primera, un separador de polvo aparta los cuerpos más grandes. Otro separador elimina las partículas más finas y, finalmente, se hace pasar el gas combustible por un depurador denominado “Scrubber”. Al no emplear agua para la limpieza de gases, se evita la corrosión interna del circuito.



El refrigerador por agua produce una cantidad de vapor que es introducido en el gasógeno para contribuir a la generación de gas combustible. Pero este caudal no es suficiente, por lo que existe una caldera calentada con los gases de escape. Es alimentada con agua alojada dentro de lo que sería el depósito de gasolina en los camiones corrientes. Tanto en dicha caldera, como en la tubería de refrigeración, el nivel de agua se mantiene constante gracias a un regulador por flotador.







De cara a las circulaciones del camión en marchas lentas, hay un aspirador movido por el motor que es necesario poner en marcha para garantizar el suficiente flujo de gasógeno aspirado. Cuando este aspirador es puesto en marcha, o el propio generador de gasógeno, es necesario expulsar los gases directamente a la atmósfera. Para tal fin existe un tubo de escape vertical.






El tiempo de puesta en marcha del gasógeno se anuncia como inferior a 10 minutos. Si se emplea antracita el consumo se aproxima, con el camión cargado, a 7 toneladas de peso bruto (3 de carga), a 0,61 kg por kilómetro. En tales condiciones el consumo de agua viene a ser de 0,45 litros por kilómetros.
Gracias a estos documentos voy descubriendo que eso del “gasógeno” ha sido algo más desarrollado y sofisticado que la imagen transmitida por su empleo durante los crudos años posteriores a la Guerra Civil. La ausencia de petróleo en países como España era una circunstancia considerada por ingenieros y científicos desde finales del siglo XIX. A través de Ingeniería y Construcción, y otras publicaciones de la época, podemos ver un auténtico empeño en intentar hacer posible la marcha de automóviles prescindiendo del oro negro. Y todo este conocimiento no terminó de caer en el olvido. En la tristemente clausurada central de ciclo combinado de Elcogas, inaugurada en 1992 en Puertollano (Ciudad Real), estas mismas tesis para la gasificación de materias sólidas se ponían en práctica. Tuve la suerte de poder visitar sus instalaciones durante mis estudios en la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Industrial de Madrid.





En cuanto a la cuestión ecológica, la gasificación de materia sólida no tiene porque ser llevada a cabo sólo con combustibles minerales. Como podéis ver en los vídeos que he adjuntado, se puede emplear madera procedente de podas forestales. El CO2 generado forma parte del ciclo de conversión en O2 por fotosíntesis, llevado a cabo por el mismo árbol del que proceden las ramas. Veo mucho potencial en esta técnica. Además, como podemos apreciar a los desarrollos llevados a cabo durante aquellas primeras décadas de la industria del automóvil,  y en la actualidad, el motor de gasolina puede ser dual en cuanto al uso de combustible líquido o gaseoso.




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