Hace
no mucho presencié una discusión sobre el Mercado de Motores en una red social.
Y a punto estuve de participar en la tertulia cibernética aportando mi opinión
sobre tal evento comercial y cultural que se celebra en el Museo del
Ferrocarril de Madrid. Pero vi como el intercambio de opiniones degeneraba en
descalificaciones personales y preferí abstenerme. Con los años he aprendido lo
inútil que resulta intentar expresar mi opinión en ciertos ambientes. Así que
decidí reservarme para la redacción del presente texto.
El
Mercado de Motores es un mercadillo en el que se oferta y conjuga artesanía, reciclaje,
arte, diseño y creatividad. La denominación proviene de sus primeras ediciones
llevadas a cabo en la Nave de Motores, que es una antigua central eléctrica de
Metro de Madrid. Pero desde hace ya un tiempo se viene celebrando los segundos
fines de semana de cada mes en el Museo del Ferrocarril de Madrid, ubicado en
la veterana estación de Delicias. Y sobre esto trataba la discusión antes
mencionada entre entusiastas del ferrocarril.
Delicias
fue la primera estación monumental e internacional de Madrid (1880). Bajo su
hermosa estructura de acero partió el primer tren a Lisboa y es un hito en la
arquitectura industrial de la ciudad. Acoge en sus vías y dependencias trenes y
objetos que han sido salvados del olvido, el expolio y la destrucción. Esto
convierte a Delicias en un templo del patrimonio. Y es ante este uso ocasional
como mercado, con música en directo y puestos de hostelería, cuando surgen
opiniones enfrentadas.
Por
un lado podemos considerar el uso descrito como una profanación del valor
patrimonial e histórico del museo y su colección. Algo en lo que no puedo evitar
acordarme del pasaje bíblico en el que se relata como el Templo de Jerusalén
era usado para la venta de ganado y cambio de monedas, entre otras cosas.
Por
otro lado podemos valorar la oportunidad que el Mercado de Motores supone para
que la ciudadanía conozca este referente del patrimonio ferroviario español. También
el propio beneficio que pueda obtener el Museo del Ferrocarril de cara a su
mantenimiento y mejora. Y es esta visión con la que me quedo, con mis personales
matices.
La
función de un museo ferroviario reside en la preservación, conservación y
explicación de bienes históricos. Pero además debe ser objetivo la restauración
y debida contextualización de las colecciones. Y tratándose de vehículos
ferroviarios, me remito a la afirmación de Juanjo Olaizola, director del Museo
Vasco del Ferrocarril, sobre que no fueron concebidos para la mera
contemplación. Hablamos de ingenios mecánicos que fueron concebidos y diseñados
para el transporte de personas y mercancías, dejando de lado, en muchas
ocasiones, criterios estéticos en busca de una buena funcionalidad. Es
fundamental no dejar de lado el objetivo de que, salvando problemas económicos
y técnicos, locomotoras, coches, vagones y automotores vuelvan a circular.
Sobre
la idealización de un museo ferroviario que acabo de exponer, los entusiastas
del ferrocarril podemos aportar una larga lista de aspectos que mejorar en la
gestión del Museo del Ferrocarril de Madrid. Mas es fácil opinar de los toros
desde la barrera, por lo que se trata de aportar opiniones y críticas
constructivas.
Valoro
positivamente la celebración del Mercado de Motores u otros eventos en la sede
del Museo del Ferrocarril de Madrid. Es una manera muy eficaz de fomentar
nuestro patrimonio industrial e introducirlo en la vida de los ciudadanos a
través de sus actividades de ocio. No veo dañino el hecho de que los mercaderes
ocupen el templo durante unos días. E insisto en la oportunidad que esto supone
para el mantenimiento y mejora de la propia estación de Delicias, su colección
y entorno.
Como
en todo, hay cuestiones que vigilar y mejorar. Y una asignatura pendiente que
tenemos los españoles es el civismo. Todo evento público que se celebre lleva
consigo cantidades enormes de desperdicios y usos indebidos de las
instalaciones. Pero es algo ante lo que tenemos que luchar con medios,
educación, vigilancia y sanciones. Es una tarea ineludible y habiendo voluntad
por parte de los organizadores, no creo que la celebración del Mercado de
Motores deba de ser algo nocivo para Delicias.
Otra
cuestión que crea polémica es el uso de los vehículos ferroviarios como
expositores de ropa, objetos retro, carteles, etc. No causando desperfectos, no
lo veo malo como algo eventual. Es más, considero positivo mostrar a la
ciudadanía que el patrimonio ofrece más opciones y usos que su simple
exposición. Enseñar que instalaciones como Delicias pueden servir de soporte
para interesantes actividades culturales y económicas.
El
Mercado de Motores constituye un interesante espacio para la oferta de objetos
de diversa procedencia. Desde artículos descatalogados y de segunda mano, hasta
ingeniosos objetos hechos artesanalmente y reutilizando materiales que
normalmente acaban en los vertederos. Y es otra asignatura pendiente en nuestra
sociedad la mejora en la gestión de desechos y la adquisición sostenible de
bienes.
En
tiempo de grave dificultades económicas, es necesaria la habilitación de
espacios para los intercambios comerciales entre ciudadanos de clase media y
baja. No se cura así el gran problema, pero se van introduciendo pequeños cambios que mejoren nuestro modelo económico.
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