Hoy he leído, con cierta tristeza,
que al único portaaviones de nuestra armada le llega el final de su vida.
Parece ser que debido a la situación económica, el Gobierno no ha creído
conveniente la tarea de revisión y mantenimiento necesaria para que este navío
continúe prestando servicio unos años más.
En un panorama en el que los
integristas islámicos luchan por ganar terreno, tal y como se ha visto en Mali,
no es conveniente perder capacidad de reacción y movilización. A los enemigos
de occidente hay que combatirlos y frenarlos antes de que sigan expandiendo su
guerra santa. De hecho, si en Mali se ha conseguido reconquistar las ciudades
ocupadas por Al Qaeda, ha sido gracias a la intervención del ejército francés. Con
este panorama, España tiene mucho que decir y que hacer, sobre todo dada
nuestra posición geográfica e histórica. Somos la perita en dulce para las hordas
de la media luna. Y es lamentable que por el porrazo económico que nos hemos pegado,
tengamos que mermar nuestra capacidad de defensiva y ofensiva. Otra
consecuencia más, después de años creyéndonos ricos, cuando verdaderamente no
lo éramos, junto con derroches de las arcas públicas, lujos políticos y pésima
gestión de nuestros recursos, entre otras cosas.
Por otro lado, el portaviones
Príncipe de Asturias, con mucha probabilidad, acabará siendo víctima del
soplete. Parece quedar descartada la opción museística y patrimonial. No es de
extrañar en una nación en la que no se han conservado las naves del
descubrimiento de América (las que hay en Huelva son réplicas), no se sabe donde
acabó enterrado Velázquez y la mayoría de nuestros castillos están en un estado
ruinoso.
Diario El Mundo, domingo 3 de febrero de 2012
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