Por
fascinación y envidia sana me siento obligado a escribir sobre esta máquina.
Acabo de conocer su existencia gracias a Facebook y supone, a mi juicio, un
importante paso para recuperar la manufactura textil de las manos de
multinacionales de la moda y gigantes asiáticos.
Kniterate
es una máquina para la fabricación de prendas de punto, personalizadas y
adaptadas a la forma del usuario. No es que haga nada que no se hiciese antes
con agujas o máquinas de coser. Pero lo hace en muchísimo menos tiempo y
alejando al creador de la pericia manual para permitirle centrarse en diseño y
negocio. Básicamente es una tejedora automatizada. Mediante un software
incluido en el producto se concibe la prenda.
Otra
cosa que me ha llamado la atención es que su creador es español. Se llama
Gerard Rubio y lleva tiempo trabajando en Londres con otro socio para sacar
adelante el proyecto. Según sus palabas, el objetivo es democratizar la
producción textil. Por lo que he visto, el precio ronda los 6000 euros. Puede
parecer caro para un consumidor doméstico. Pero pensemos, por ejemplo, en un
negocio local que invierta en la máquina y al que puedan acudir usuarios con
sus diseños contenidos en tarjetas SD. No la veo una cantidad desorbitada para
un profesional de la moda que pretenda ofrecer un amplio catálogo de productos
pudiendo prescindir de costes de almacenamiento para los productos terminados.
Sólo habría que invertir en bobinas de lana y su stock. Y fabricar las prendas
a medida que se reciben pedidos.
Mientras
preparaba este texto me he acordado de lo que cuenta Chris Anderson en su libro
MAKERS La nueva revolución industrial (Ediciones
Urano 2013) sobre la hiladora Jenny. Fue una máquina hiladora multibobina
inventada en 1764. Según el autor, cambió el mundo no por crear la planta
productiva, sino por permitir crear la industria artesanal, que puede llegar a
ser muy poderosa. Las hiladoras Jenny eran relativamente sencillas de
construir, económicas y podían ser usadas dentro de los domicilios. Puede que,
por primera vez, se lograse que trabajar en el hogar resultase más lucrativo
que hacerlo fuera. Permitió también que personas normales se convirtiesen en
emprendedores sin tener que pasar por periodos de aprendizaje establecidos por
los gremios. Así se fueron creando redes de artesanos altamente especializados
cuyo rendimiento se vio multiplicado por técnicas de microproducción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario