Hace
unos días tuve la suerte de poder ayudar a mi amigo Andrés Sánchez Ruíz en la
reparación del radiador de un mítico SEAT 600. En concreto, la sustitución del
aparato en el que se realiza el intercambio de calor entre el agua de
refrigeración procedente del motor y el aire aspirado a través del chasis. Lo
sustituimos por otro más "nuevo" y el defectuoso, que perdía agua,
queda a la espera de ser reparado.
Me
llamó la atención que para poder sustituir este elemento hubo que desmontar la
dinamo, la bomba de agua y el ventilador. Y con ello desenroscar un montón de
tornillos y no precisamente de una forma cómoda, entendido desde el punto de
vista práctico y eficiente. En algún caso costaba introducir la herramienta
precisa.
Se
comprende que en el diseño de este pequeño coche primó la austeridad de espacio
entre componentes del motor. Circunstancia que una vez salido el vehículo de la
cadena de montaje, repercute en tiempo a la hora de acometer reparaciones. Tal
vez esto no fuese un problema a la hora de mantener estos vehículos, pero
conviene recordarlo a la hora de diseñar maquinas y equipos en los que si
apremie un mantenimiento rápido y por tanto barato. Y pensar no sólo en las
dimensiones de los componentes, sino también de las herramientas y manos que
tienen que acceder a las uniones desmontables.
Hay algo a lo que no le metas mano.?
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