En
las últimas semanas estoy leyendo publicaciones muy interesantes que abordan el
futuro del transporte ferroviario en España una vez que hayamos logrado
desbloquearnos tras la actual crisis COVID-19. Además, también he dado con un
artículo en EL PAÍS en el que se trata el escenario tras la culminación de la
red de alta velocidad española. Al final del mismo se exponen los
planteamientos de Rodolfo Ramos, profesor de Economía del Centro de Estudios
Universitarios (Cedeu) sobre la mejora en cuanto a calidad de las redes de Cercanías.
Así como su crecimiento racional haciendo que lleguen a los barrios extremos y
suburbanos de las grandes ciudades.
Sobre lo anteriormente expuesto, creo interesante el estudio respecto a como afianzar y potenciar
las comunicaciones ferroviarias entre los núcleos urbanos y aquellas poblaciones
encajadas en la denominada “España vaciada”. Sintiéndome crítico con el
actual modelo de ciudades masificadas, veo beneficioso el establecimiento
residencial en áreas rurales, fomentado por el rápido y cómodo transporte
ferroviario hasta los puestos de trabajo ofertados dentro de las urbes.
Frente
a la opción de ampliar kilómetros de líneas electrificadas, con sus
consecuentes gastos de establecimiento, una opción a tener en cuenta es el
empleo de automotores de propulsión dual diésel y eléctrica. Mientras los
trenes circulen por vía con catenaria sus motores de tracción trabajaran con la
tensión eléctrica ofrecida por la red. Y a la hora de pasar a tramos de vía sin
electrificar, generadores accionados por motores diésel se encargan de suministrar la fuerza eléctrica necesaria. Interesante alternativa frente al empleo de acumuladores eléctricos para tracción, cuya producción está monopolizada por
China, según tengo entendido.
Un
ejemplo actual es la adquisición realizada por el operador público Ferrocarrils
de la Generalitat Valenciana (FGV), en septiembre de 2017, de 6 trenes
bimodales tipo Citylink de la firma Stadler. Se trata de unidades ligeras
diseñadas bajo el concepto tranvía-tren para poder circular por vías “tranviarizadas”
insertadas en núcleos de poblaciones. Esta opción permite aumentar las
posibilidades de integración de infraestructuras en entornos urbanos, gracias a
la compatibilidad entre la circulación de vehículos ferroviarios, automóviles y
peatones. Como es el caso del acceso ferroviario a Denia.
Los
6 trenes fabricados en Albuixech (Valencia) están destinados a prestar servicio
en la renovada línea 9 (Benidorm-Dénia) del TRAM d’Alacant. El objetivo es mejorar
la comunicación en la provincia de alicante atendiendo a parámetros de
seguridad, sostenibilidad y accesibilidad. Respecto al tercero, ofrecen mejoras
en cuanto a la normativa vigente marcada por el Real Decreto 1544/2007. Los
motores diésel cumplen con la estricta normativa europea EN 2004/26/CE III B de
homologación de motores y emisiones a la atmósfera. Además, los trenes
incorporan máquinas de venta y validación de títulos de transporte.
Otra
característica técnica muy interesante es que se trata de vehículos ligeros con
estructura de acero inoxidable de alta resistencia, propulsados por cuatro motores
de 145 kW. Son capaces de circular por rampas de hasta 60 milésimas e
inscribirse en curvas con un radio mínimo de 30 metros. Algo nada desdeñable de
cara a su versatilidad como tranvías o trenes regionales que pueden llegar a
alcanzar 100 km/h.
Este
tipo de vehículos ferroviarios me hace pensar en el futuro relevo
generacional de los automotores diésel 592.2 que circulan en la línea
Madrid-Cuenca-Valencia. Pueden ser una buena opción para prestar servicio entre
la capital de España y Tarancón. O de cara a una reapertura del directo
Madrid-Burgos. Todo es cuestión de estudio y echar números.
Gracias
a Juan Antonio Delgado, Director de Desarrollo de Negocio, Marketing y
Comunicación de Stadler Rail Valencia, S.A.U. por la información amablemente
facilitada. Y a mis amigos valencianos José Luís Jiménez González y Vicente
Miralles.
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