martes, 24 de abril de 2012

VERLISA 200 COLOR


   Recientemente, mi hermano Ángel me ha regalado esta monada. En estos tiempos de inmortalizaciones digitales, llevadas a cabo de manera fugaz con teléfonos móviles, me resulta encantador el mundo del carrete. Es una máquina sencilla aunque tiene la característica que más me gusta; es manual. Aunque no es una cámara réflex, ofrece cierto juego a la hora de enfocar, tiempo de exposición de la película y apertura del diafragma.







     Me contó mi hermano que la compró de segunda mano por Internet. Cuando la recibió, se dio cuenta que estaba averiada. Procedió a abrirla y el lío que se armó fue cósmico. Lo que fallaba era el muelle de una pieza. El obturador se quedaba atrancado y no se cerraba.






     Al empezar a desmontar la cámara, las lentes se cayeron todas y saltaban bolitas y muelles por todos lados. En fin, dejo testimonio gráfico de la peripecia y así, de paso, admiramos la sofisticación que llegó a alcanzar la tecnología mecánica en las etapas previas a la aparición de la electrónica moderna.




































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