domingo, 21 de abril de 2024

Primeros buses urbanos de Madrid

 

Resulta que aquel chasis de autobús/camión que captó mi atención el pasado mes de septiembre en la sede del Museo de los Transportes de Londres en Acton, tiene más historia de la que pensaba. Y relacionada con Madrid.

Como ya comento en el vídeo que edité al poco de realizar aquella visita, Barcelona contó con autobuses urbanos similares. Pero resulta que Madrid también. Y tras leer los textos publicados por Albert González Masip y José Antonio Tartajo, me he animado a redactar este artículo sobre la vida que tuvieron aquellos primeros autobuses urbanos de mi Madrid. Ya adelanto que, en contra de lo que después se fue viendo y viviendo, en aquella ocasión el transporte rodado perdió la guerra comercial frente al ferrocarril en sus formatos urbanos: Metro y tranvías.


Estupenda ilustración del modelo de autobús Tilling-Stevens que circuló por Madrid.

El 19 de junio de 1921 se publicó en “La Voz” una noticia referente a un concurso que el Ayuntamiento de Madrid había convocado para conformar las primeras líneas de autobuses de la capital. Nos encontramos en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial, brutal y mecanizado enfrentamiento bélico en el que los vehículos propulsados por motores de combustión interna habían demostrado su gran utilidad, dando el relevo progresivo a la tracción sangre. El transporte público en Madrid, hasta entonces, había corrido a cargo de carros tirados por animales, tranvías y el novedoso ferrocarril metropolitano. Respecto a los tranvías, recuerdo que el primer servicio traccionado con mulas data de 1871. El primer tranvía eléctrico fue puesto en servicio en 1898 y coexistieron otros de vapor para líneas en los extrarradios. Lo de los autobuses para servicio público con motor de gasolina, gasóleo u otro líquido capaz de inflamarse, era algo inédito.

Imagen del autobús Tilling-Stevens conservado en Acton, cedida por el Museo de los Transportes de Londres.


Aunque la explotación de aquellas líneas se haría a cargo de una empresa o sociedad privada, como viene siendo habitual en España desde los Austrias Mayores, la administración pública tenía que autorizar, supervisar, controlar, regular, decidir, etc., los aspectos técnicos de aquellos vehículos.


Recorte de prensa del 19 de junio de 1921. [Biblioteca Digital Hispánica/Biblioteca Nacional de España]

Al concurso se presentaron tres entidades, siendo una de ellas la Compañía Española de Autobuses. En contra de lo que el adjetivo daba a entender, se trataba de una asociación empresarial formada entre la potente casa Vickers y Tilling-Stevens, ambas británicas. Quienes me conocen y/o leen ya saben de mi insistencia por recalcar que en España no llegó a haber revolución industrial como tal. Que durante el siglo XIX nos mantuvimos bajo el manto de una especie de protectorado económico, en el que multitud de iniciativas industriales, mineras y de transporte fueron planteadas, proyectadas y explotadas por grupos inversores extranjeros. ¿Nos recuerda eso, en algo, a las circunstancias actuales? Aunque hubo casos de iniciativas patrias en torno al desarrollo tecnológico y económico de la nación, dignos de estudio y divulgación, ya bien entrado el siglo XX volvemos a encontrarnos casos como este en que el avance vino de la mano del anglo, galo o germano. Vamos, que lamento que no hubiese una firma española capaz de haber fabricado aquellos autobuses. 




Con el objetivo de dar a conocer su producto, Tilling-Stevens envío a Madrid una unidad del tipo TS3. Vino a Madrid por carretera desde Inglaterra previo paso por el Canal de la Mancha a bordo de un barco, ferri, galera, gabarra o cosa flotante. Gracias al investigador Albert González Masip sabemos que había sido matriculado en Inglaterra en septiembre de 1921. El 14 de noviembre de ese mismo año, “La Voz” informó que las casas Vickers y Tilling-Stevens habían decidido poner en servicio una serie de servicios provisionales que partían de la Red de San Luis, para que el público madrileño se familiarizase con las bondades de sus vehículos.


Autobús prestando servicio en la línea E. [railsiferradures.blogspot.com]

El caso es que se debió de establecer un segundo concurso por parte del Ayuntamiento. “La Voz”, en su número del 27 de abril de 1922 informaba de la apertura de pliegos presentados al concurso abierto por el consistorio para dotar a Madrid de un servicio de autobuses. Y las casas que compitieron fueron la mencionada simbiosis Vickers/Tilling-Stevens y la mítica Leyland. Se volvió a enviar otro vehículo por carretera desde Inglaterra, matriculado allí en marzo de 1922, del modelo TS3A.

Ficha del autobús Tilling-Stevens madrileño editada por el Consorcio Regional de Transportes de Madrid. [mediateca.educa.madrid.org]

Otra noticia publicada en “La Voz” el 21 de junio de 1922 da cuenta de que una comisión técnica formada por un representante del Centro Electrotécnico, otro del Real Automóvil Club, un ingeniero de vías públicas municipales y un ingeniero industrial emitió un dictamen favorable al modelo de autobús Tilling-Stevens. Así que no llegó a pasar un mes sin que la mencionada “Compañía Española…” se llevase el gato al agua. Se le otorgó una concesión por veinte años para explotar 24 líneas con el compromiso de dispone de una flota de 107 vehículos.

Magnífico documento cinematográfico sobre la llegada de la flota de autobuses TS3 a Madrid.

Para llevar a cabo la explotación se constituyó el 14 de septiembre de 1922 la Sociedad General de Autobuses de Madrid (SGAM). El 8 de octubre del mismo año la SGAM inició sus servicios con rutas especiales a la plaza de toros de Las Ventas con origen en glorieta de Bilbao, calle Alcalá y plaza de Canalejas. Y al día siguiente arrancó el servicio regular en la línea A. En total, las líneas e itinerarios de SGAM fueron:

Línea A: San Luis a Atocha, por Gran Vía, Cibeles y Paseo del Prado.

Línea B: Glorieta de San Bernardo a la Guindalera (final de Diego de León).

Línea C: Cibeles a Marqués de Urquijo.

Línea D: Sevilla a Ventas.

Línea E: Sol-Pozas.

Según Albert González Masip el parque estaba compuesto por autobuses de color rojo, lo que les valió el mote de cangrejos, como los tranvías de vía métrica que entonces también circulaban por Madrid.


Modelo TS3A restaurado y preservado por la Fundació TMB.


Según José Antonio Tartajo, la iniciativa estuvo lejos de ser un éxito. Sólo se aportaron 50 vehículos de los 107 prometidos y no se pusieron en servicio todas las líneas regulares contratadas. La Sociedad se dedicó a alquilar unidades de la flota para servicios especiales y organizar excursiones. Varias crisis sacudieron a SGAM con su correspondiente cambio en la directiva. Para intentar enderezar la situación, el Ayuntamiento permitió un cambio de modelo de autobús, con el aporte de 110 vehículos De Dion Bouton para reorganizar y mejorar los servicios. Empezaron a circular en octubre de 1924.


Es incuestionable que la llegada de los autobuses supuso una revolución en el transporte.


Modelo De Dion Bouton circulando por Madrid. [blog.emtmadrid.es]

Pero en enero de 1925 a SGAM le dio por rebajar sus tarifas en aquellas líneas en que competía con el Metro y los tranvías; al cabo de un año estaba arruinada. Sobre esta carrera competitiva, Albert González Masip aporta un factor que me parece interesante. El pavimento adoquinado de las calles madrileñas debía de hacer la experiencia de viaje a bordo de estos autobuses poco gratificante. Tal y como vi en el modelo preservado en Londres, sus ruedas estaban constituidas por bandas de caucho macizas. En 1923 se dotó al coche número 25 de neumáticos pero el resultado no fue el esperado y no se aplicó la medida en el resto del parque móvil.


Coche número 25 dotado de neumáticos. [blog.emtmadrid.es]

Todo fue de mal en peor y SGAM declaró la quiebra el 15 de junio de 1926. El servicio de autobuses cesó definitivamente el 11 de febrero de 1927. Irónicamente, aquella primera batalla competitiva entre transporte rodado y ferroviario se terminó decantando por los caminos de hierro urbanos. 

Los TS3 Madrileños en la Sagrera esperando su reconstrucción para ser reutilizados en Barcelona. [railsiferradures.blogspot.com]


ASPECTOS TÉCNICOS

He querido hacer primero una introducción histórica sobre la vida que aquellos primitivos autobuses de Madrid. E intuyo, por los datos que he acariciado, que el asunto da para más. ¿Por qué no llegaron más unidades TS3 a Madrid? ¿Por qué tuvo la SGAM una actitud tan trapera en cuanto a cumplir con los servicios comprometidos con el Ayuntamiento de Madrid? ¿Pudo haber gestión negligente por parte de sus administradores? Me da que el asunto tiene miga y puede dar para un libro. Pero ahora voy con lo que, como ingeniero, me cautiva de ellos; su transmisión eléctrica.

Con los vehículos destinado al transporte por carretera hemos estado acostumbrados a que la energía mecánica proporcionada por el motor de combustión (gasolina, diesel, gas, alcohol…) llegase a las ruedas pasando por una caja de cambios y un embrague. El modelo de autobús TS3 tenía poco de todo eso.

El vídeo que edité explicando las partes y funcionamiento del TS3 conservado en Acton, muy cerca de Londres.

En el TS3 el motor de combustión hacía girar un generador eléctrico de corriente continua. Dicha corriente llegaba a través de cables a un motor eléctrico, también de corriente continua, acoplado al diferencial de las ruedas traseras. De esta manera se hacía innecesario tener caja de cambios y embrague. Sobre el motor eléctrico no se ejercía ningún tipo de regulación. A medida que se pisaba el acelerador, el motor de gasolina aumentaba sus revoluciones y, en consecuencia, crecía la energía proporcionada por el generador.


En color gris podemos apreciar el motor de tracción, con el eje que sale de él hacia el diferencial de las ruedas. El generador está pintado en color rojo. [https://en.wikipedia.org/wiki/Tilling-Stevens]

El concepto que estoy describiendo es el que ya entonces se estaba ensayando para la tracción diésel en ferrocarril. A partir de determinada potencia, el empleo de cajas de cambios y embragues resultaba (y sigue resultando) un incordio técnico y económico. Una de las ventajas obtenidas con el TS3 fue aislar el motor de gasolina de las vibraciones y golpeteos procedente de la suspensión de las ruedas motrices. Algo que no debió de ser moco de pavo al circular por las adoquinadas y bacheadas (no se por qué, pero me las imagino así) calles de Madrid. 

En 1925 General Electric, en asociación con Ingersoll-Rand y American Locomotive Company (ALCO), creó un modelo de locomotora diésel-eléctrica que resultó ser un éxito comercial.


Considero, y no soy el único, al modelo TS3 como un antecesor de los actuales autobuses híbridos. Con la salvedad de que el TS3 no contaba con baterías en las que almacenar la energía regenerada por el motor eléctrico durante el proceso de frenado electrodinámico. Es más, por lo que he visto hasta el momento, el TS3 no contaba con la opción de freno electrodinámico. Cuando lo vi de cerca en Acton no aprecié resistencias para la disipación de energía. Y entiendo tal carencia dadas las bajas velocidades que el cacharro debía de alcanzar y el poco espacio disponible. Otra cualidad de los vehículos híbridos es aprovechar la marcha del motor de combustión interna a bajas revoluciones, durante las paradas, para recargar las baterías de tracción. Cosa que tampoco se aplicó en el TS3. Francamente creo que los ingenieros que lo diseñaron tuvieron esas opciones en mente. Pero ya bastante tenía el TS3 con su propio peso y el de los viajeros como para sobrecargarlo con pesadas baterías de plomo.

Vista en primer plano del diferencial y la junta cardan de transmisión de movimiento. [https://en.wikipedia.org/wiki/Tilling-Stevens]

Alguien se estará preguntando que por qué aquella opción “híbrida” dejo de usarse y durante décadas imperaron los autobuses y camiones con cajas de cambios y embragues. Sin considerarme un experto en esa cuestión, se que fueron evolucionando y mejorando. Se pasó de la caja de cambios manual a las automáticas, en las que el oportuno paso de una marcha corta a larga, o viceversa, ya no se delegaba en la pericia del conductor.

Imagen en detalle del colector de delgas del motor de tracción. [https://en.wikipedia.org/wiki/Tilling-Stevens]


Pero la evolución tecnológica de las máquinas eléctricas, baterías y sobre todo (a mi juicio) la electrónica de potencia, han hecho posible rescatar el concepto diésel-eléctrico o “gasolino-eléctrico” en pos de la mejora del rendimiento. Con los vehículos híbridos, al final, caldo hay que echar (gasolina, gasóleo, gas natural, alcohol o cualquier otro fluido que arda). El gran avance está en mejorar el rendimiento. Aprovechar la energía producida por el motor eléctrico durante las frenadas, almacenándola en las baterías de tracción y/o condensadores para luego consumirla en procesos de aceleración. Aprovechar momentos de parada para recargar las baterías. O, si se puede, enchufar estás a la red por la noche (que la energía está más barata) y "quemarla" durante el día ahorrando combustible.


Imagen en detalle del colector de delgas del generador. [https://en.wikipedia.org/wiki/Tilling-Stevens]

Casi siempre que he podido viajar en taxis híbridos sus conductores me han confirmado el enorme ahorro en combustible que les ha supuesto tal tecnología. Al menos, para el oficio del taxi y en entornos urbanos.

En fin, que vuelvo a lamentar que no quedase ningún TS3 de aquella flota preservado en Madrid, a diferencia de lo que sí ha sucedido en Barcelona. No obstante si quiero destacar que desde la Empresa Municipal de Transportes de Madrid (EMT) se ha hecho un esfuerzo importante por preservar una importante flota de autobuses históricos. Tenemos un buen contenido, pero lo triste es lo del contenedor.


Actualmente la colección de autobuses históricos de la EMT se encuentra expuesta en las cocheras de Fuencarral. Pero como seguimos padeciendo de fiebre urbanística, está planificado demoler dichas instalaciones. Algo he oído de que hará una nueva edificación para albergar un merecido y justificado museo de la EMT… pero contamos con ejemplos a nivel nacional en que tras el paso de las máquinas de demolición, la prometida dotación cultural ha terminado siendo un secarral más objeto de más especulación.


Desde mi ignorancia, en sí, no me considero en contra de la operación Madrid Nuevo Norte. Hay muchas facetas urbanísticas que arreglar por esa zona y oportunidad para la construcción de nueva vivienda. Lo que me mata es la falta de protección patrimonial, entre otras cuestiones. Que no se respeten mínimamente instalaciones históricas que, en este caso, son el contexto perfecto para una colección de autobuses históricos.


Modelo TS3 de 1924 adquirido por TMB en 2011, TMB a un coleccionista británico. [Foto de Miguel Ángel Cuartero/La Vanguardia]


Detalle del puesto de conducción del coche de 1923 adquirido por TMB a un coleccionista británico en 2011. [Foto de Miguel Ángel Cuartero/La Vanguardia]

Ya sucedió con las cocheras y talleres de Cuatro Caminos. Cuando estuvimos viendo el museo de Acton, lo que tienen allí preservado, trabajos de restauración, exposición, divulgación… me puse malo pensando que podíamos haber tenido algo similar en Cuatro Caminos, en pleno centro de Madrid. Otra oportunidad perdida. Como aquellas oportunidades que se dejaron escapar en España durante el comienzo y auge de la era industrial. Y que terminaron siendo aprovechadas y exprimidas por corporaciones extranjeras.


Pensar en las oportunidades perdidas para Madrid con la demolición de las cocheras y talleres de Cuatro Caminos, me pone enfermo.


Hermosos tranvías preservaros en Acton.

Vehículo para servicios auxiliares del Metro de Londres expuesto en el patio exterior de Acton.

Artículos varios que pude adquirir en el museo de Acton tirados de precio. Además de la tienda oficial, hay puestos tipo Rastro.


FUENTES CONSULTADAS

  • https://en.wikipedia.org/wiki/Tilling-Stevens
  • https://railsiferradures.blogspot.com/2013/11/tilling-stevens-y-la-compania-general.html
  • https://www.lavanguardia.com/cultura/20220612/8331168/barcelona-secreta-primer-autobus-circular-barcelona-tmb-modelo-tilling-stevens.html
  • https://fundacio.tmb.cat/es/patrimonio-historico/fondo-vehiculos/tilling-stevens-ts3a
  • https://memoriademadrid.blogspot.com/2018/02/los-primeros-autobuses-de-madrid.html
  • https://blog.emtmadrid.es/2021/10/14/los-precedentes-de-emt-la-sga/
  • https://electrovia.blogspot.com/
  • https://www.ltmuseum.co.uk/collections/collections-online/vehicles/item/1982-29-part-0



domingo, 16 de julio de 2023

EL TÚNEL DEL PUERTO DE NAVACERRADA I

 Desde su inauguración en julio de 1923, el Ferrocarril Eléctrico del Guadarrama (FEG) estuvo demostrando ser un medio de transporte eficaz y rentable para el desplazamiento de excursionistas y demás practicantes de deportes de montaña, desde Cercedilla hasta el Puerto de Navacerrada.

El mismo ingeniero que proyectó la línea, José de Aguinaga, presentó en enero de 1930 un proyecto titulado “Proyecto de la parte no construida, de la línea de enlace a través de la Sierra, del Ferrocarril del Norte con el de Madrid-Burgos, desde el Puerto de Navacerrada a la estación de Gargantilla de Lozoya por los valles de Balsaín y Paular”.


Fotografía correspondiente a un reportaje publicado en prensa, denunciando el retraso de la puesta en servicio del tramo Puerto de Navacerrada-Los Cotos

Años después, en un artículo publicado en 1948 en la Revista de Obras Públicas por el mismo Aguinaga, encontramos un párrafo titulado Cómo hacer de Madrid un centro internacional de excursiones de montaña y deportes de nieve. En él podemos ver cómo Aguinaga abogaba por prolongar el FEG de “forma inmediata” hasta el Puerto del Paular, que describía como el lugar más maravilloso de la Sierra, a 1800 s./m., convergiendo en él las laderas de Peñalara y Cabeza de Hierro, de 2500 m. de altura. Aguinaga consideraba que el Puerto de Navacerrada se estaba quedando pequeño para la afluencia de público y que era conveniente dar acceso a nuevos espacios de montaña que a su vez debían ser dotados de otros medios auxiliares de transporte, como teleféricos y planos inclinados.

El caso es que para poder llevar a cabo cualquier tipo de ampliación desde el Puerto de Navacerrada era indispensable la excavación de un túnel para salvar la divisoria natural entre los valles del Tajo y el Duero.

El proyecto definitivo empezó a fraguar a partir de 1957, cuando la Dirección General de Ferrocarriles, Tranvías y Transportes por Carretera encargó a la 1ª Jefatura de Estudios y Construcciones de Ferrocarriles un proyecto definitivo para la prolongación del FEG, aunque limitándolo al tramo Navacerrada-Los Cotos.

Las obras del nuevo trazado se iniciaron en 1959 y para los primeros meses de 1963 el túnel estaba completamente terminado. Pero sucedió algo, seguramente inesperado, que retrasó la entrega de la línea a RENFE y su puesta en funcionamiento. Uno de esos casos que al mundo de la ingeniería sirve de valioso aprendizaje.


Aspecto de la boca del lado Puerto de Navacerrada en la actualidad

Las bocas del túnel habían sido excavadas en terrenos compuestos por arenas y piedras sueltas procedentes de la descomposición de rocas de granito, muy dados a empaparse de aguas procedentes de lluvia y nieve derretida. Como consecuencia se generaron numerosas filtraciones que no sólo mojarían los trenes a su paso por el túnel. Debido a que las mencionadas bocas se habían perforado en puntos geográficos con notables diferencias de temperatura, la fría corriente de aire generada convirtió las aguas subterráneas en enormes masas de hielo que impedían el paso de los vehículos.

Tras contemplar varias opciones, se optó por impermeabilizar el túnel mediante inyecciones de cemento a baja presión a través de taladros practicados en secciones paralelas a distancias de tres metros en clave, arranque de bóveda y pies de hastiales. Además, se sellarían juntas y grietas para evitar excesivas fugas del cemento inyectado.

Pero me apetece detenerme en una de las opciones que fueron descartadas. Consistía en la excavación en mina de cinco galerías paralelas al túnel, para la captación o drenaje de las aguas. Habrían sido situadas en clave, arranque de bóveda y hastiales. Desconozco ahora mismo si se hubieran perforado a lo largo de toda la longitud del túnel. O si más bien se hubieran practicado desde las bocas, penetrando una determinada distancia dentro de las zonas de terreno permeable.

Opción de drenaje con galerías paralelas al túnel. Dibujo de Antonio Manuel Sanz a partir de otro publicado en el libro El Ferrocarril Eléctrico del Guadarrama de Javier Aranguren. 

Desde mi ignorancia entiendo que se podría haber tratado de una opción cara y con una realización muy dilatada en el tiempo. Y siento curiosidad por los medios técnicos y humanos que hubiese requerido la excavación de esas cinco galerías auxiliares.

Las obras fueron llevadas a cabo en los meses de noviembre y diciembre de 1964 tras la publicación de duras críticas en la prensa por el retraso en la puesta en servicio del ferrocarril.

No obstante, tengo entendido que los trabajos de impermeabilización de este túnel se han ido repitiendo con el tiempo. Y vuelven a estar contemplados dentro de la próxima gran obra de renovación de la línea.




domingo, 19 de marzo de 2023

La pendiente del Ferrocarril Eléctrico del Guadarrama

Gracias al Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, podemos acceder en formato digital a artículos que en su momento escribieron los autores de obras públicas que aún existen. Y conocer de primera mano las ideas, reflexiones y sueños de aquellos ingenieros.

El caso que me ocupa hoy es el pensamiento de José de Aguinaga, ingeniero de caminos que proyectó el ferrocarril de vía métrica entre Cercedilla y Puerto de Navacerrada, posteriormente ampliado hasta Los Cotos (actual línea C9 de Cercanías de Madrid).

Niño posando en la escalerilla de uno de los coches remolques de III clase con los que se inauguró el Ferrocarril Eléctrico del Guadarrama.

En 1926 publicó un artículo en la Revista de Obras Públicas (ROP) titulado La red de ferrocarriles españoles, vista a través del ferrocarril eléctrico del Guadarrama. Aunque el Ferrocarril Eléctrico del Guadarrama (FEG) llevaba en servicio desde 1923, el texto fue publicado en un contexto histórico muy importante para España en cuanto a planificación de obra pública: El Plan Preferente de Ferrocarriles de Urgente Construcción, más conocido como «Plan Guadalhorce».

Aguinaga empieza el artículo contando cómo en la Escuela de Ingenieros de Caminos le inculcaron que el trazado de un ferrocarril nunca debía de exceder las 20 milésimas de rampa y los radios de curva ser iguales o mayores a 300 metros.

Gran amante de la práctica del esquí en la sierra madrileña, cuando a Aguinaga le encargaron el diseño de un ferrocarril que comunicase el Puerto de Navacerrada con alguna estación de la línea Madrid-Segovia, perteneciente entonces a la compañía NORTE, tuvo claro que aquellos dogmas académicos debían de dejarse de lado. Calculando un desnivel de 600 metros entre Puerto de Navacerrada y Cercedilla, aplicar un rampa de 20 milésimas hubiese supuesto tender una vía de 30 kilómetros.

Tras un viaje a Suiza, Aguinaga tomó como modelo el ferrocarril alpino Chur-Arosa, calculando un coste de 3 millones de pesetas.



El sueño se hizo realidad y el proyecto del FEG no supuso un céntimo al Estado. Fue otro ejemplo de obra civil proyectada, desarrollada, financiada y explotada por españoles. ¡Y rentable! Algo que no había sido lo habitual durante el siglo XIX, en que España se había prestado al colonialismo económico ejercido principalmente por británicos, franceses y belgas.

El reto técnico del FEG plasmó en una duras características con fuertes rampas (en algún tramo hasta las 70 milésimas) y curvas cerradas. Además, por su carácter lúdico-deportivo, el tráfico ha sido exclusivamente de viajeros y de forma intermitente. Y para colmo, ser un ferrocarril eléctrico en donde no había electricidad. Tuvo que ser instalada una central eléctrica propia en Siete Picos. A pesar de todo, con voluntad y cabeza, como se ha dicho, el proyecto resultó rentable y ha llegado hasta nuestros días.

Para ilustrar el trazado de vía ancha con rampa de 20 milésimas y curvas con radio mínimo de 250 metros, he “pasado a limpio” el plano que fue publicado por Aguinaga en la ROP y que a continuación adjunto.



Con las necesarias construcciones de túneles y viaductos, el coste de esa línea de 34 km hubiese ascendido a los 40 millones de pesetas. Y para poder franquear esa distancia en 45 minutos, se hubiese necesitado material rodante capaz de alcanzar los 60 km/h. Por tanto, una inversión inicial mucho mayor que los 3 millones que costó el FEG.

En su artículo, Aguinaga manifestó su opinión sobre que predominaba la tendencia demasiado teórica a suponer que en un ferrocarril siempre son mejor los perfiles con pequeñas pendiente y grandes radios de curva con el fin de disminuir los gastos de explotación. En su argumentación, alude a que el billete ofertado por el FEG resultaba mucho más económico que lo que hubiese resultado con tarifas de NORTE a lo largo del trazado hipotético. Para transportar un número similar de viajeros hasta Puerto de Navacerrada se hubiese necesitado un tren remolcado por una locomotora 4400 de NORTE con 1200 CV de potencia, capaz de remolcar 100 toneladas a 60 km/h. Aunque si admite que para mercancías, la capacidad del FEG era un 40% menor.

Coexistencia de tracción vapor (NORTE) y eléctrica (FEG) en la estación de Cercedilla.

Otra ventaja de haber optado por la opción más económica fue la menor necesidad de interés de capital al ser la inversión mucho menor: 3 millones de pesetas frente a 40. Es decir, habiendo gastado 40 millones, aún siendo rentable, podría no haberlo sido lo suficiente para dar los beneficios esperados.

Según Aguinaga, naciones como Francia, Alemania y Bélgica no eran modelos a emular por España dada su orografía más suave, gran densidad de población y mayor riqueza. Nos guste admitirlo o no, en aquel momento España era un país poco poblado, con una riqueza media inferior y una orografía muy complicada. En cambio, sin ser Suiza, las condiciones orográficas se aproximan mucho y el ingeniero proponía aprender, admirar e imitar al país helvético.

Creo que lo que Aguinaga tenía en su cabeza era una red ferroviaria que conectase cada rincón del territorio Español, haciendo frente a las mencionadas dificultades orográficas de una manera racional y eficiente. Tal y como expresaba en su artículo: … España, que es un país que siempre excita la curiosidad del extranjero, puede tener, como Suiza, un ferrocarril que lleve a cada rincón del territorio, y desarrollar con ello, además de su comercio, un turismo intenso, fuente de copiosos ingresos.




Con todo lo expuesto he pretendido aportaros un enfoque diferente respecto a las características de una red ferroviaria, más allá del concepto de las líneas de alta velocidad. Muy buenas para enlazar capitales de provincia en poco tiempo, pero no comarcas encajadas en los pliegues de nuestros montes. Y tal vez, demasiado caras para un país tan endeudado como es el nuestro.

sábado, 12 de marzo de 2022

Raíles sobre Madrid I

Hace justamente una semana, mientras iba caminando por la calle Segovia, me topé con unas zanjas de obras de la red de agua potable que habían dejado al descubierto raíles de la antigua red de tranvías. Hace tiempo escribí un artículo al respecto: https://bit.ly/3KVzliX




Como es propio de mí, me puse a tomar fotos del sitio arqueológico aprovechando los últimos minutos de luz solar. Y se me volvieron a revolver las entrañas pensando en la manera en que se desmanteló este tipo de medio de transporte en Madrid, cercenando posibles reaperturas de líneas para usos turísticos o urbanos. Asunto que ya he manifestado en otras ocasiones, y que seguiré haciéndolo. Es más, intentando poner los pies en la tierra, plantear y proponer su reimplantación.

Hubo una época en que la Plaza Mayor de Madrid hizo la función de intercambiador de transportes. ¿Y si algún día los tranvías volviesen a ocuparla pero bajo tierra, tal y como hacen actualmente los automóviles del aparcamiento?

La actual situación, y la que está por venir, en torno a la guerra en Ucrania puede devolvernos a situaciones de carestía energética que parecían cosa de pasados lejanos. Y me refiero concretamente al coste de combustibles fósiles de los que la Península Ibérica ha sido poco agraciada. Mas la cuestión es adatarse a las circunstancias y el cambio de éstas para sobrevivir.

Francamente, que se lograse mover automóviles con astillas de madera o carbón vegetal me parece toda una hazaña. La pena es que los equipos de gasificación tuviesen que ir incorporados sobre los propios vehículos, en vez de bombonas cargadas en instalaciones industriales.  [Imagen aportada por Antonio Bravo en Historias Matritenses]

Realizando una mínima tarea de documentación he encontrado un documento que me ha gustado en la web de publicaciones técnicas de Vía Libre. Su título es TECNOLOGÍA PARAEL TRANSPORTE URBANO: LOS TRANVÍAS Y METROS LIGEROS y está escrito por Óscar Martínez Álvaro.

Para empezar expongo una frase que me ha gustado mucho: las tecnologías no son buenas o malas por sí mismas, sino por el uso que se hace de ellas.

Tras una primera lectura nos podemos quedar con las dos grandes ventajas de los sistemas tranviarios:

·         Gran capacidad de transporte de viajeros, sobre todo si prestan servicio en plataformas reservadas.

·         Excelente rendimiento energético por vehículo-kilómetro atribuido el empleo de motores eléctricos con la consecuente posibilidad de recuperación de parte de la energía de frenado para devolverla a la red o emplearla en acelerar de nuevo los vehículos. Pero sobre todo y lo que distingue al tranvía de autobuses o trolebuses, el empleo de rodadura metálica que conlleva un menor consumo energético que con rodaduras con neumáticos.

En Mánchester (UK) funciona la red tren-tram Metrolink y me ha parecido una solución muy acertada.

A nivel crítico, el autor explica como en España se ha cometido el error de optar por este sistema para transportes de bajos volúmenes de viajeros. Al contrario que en las ciudades francesas en las que el tranvía fue restablecido. Este hecho nos debe de servir como lección a la hora de plantearnos nuevas acciones de futuro.

Otra reflexión muy interesante es la referente al consumo energético. Un tranvía viene a emplear la mitad de energía que un autobús de capacidad equivalente. Pero si la ocupación resulta ser menor de la mitad de la capacidad, con el tranvía se estará generando un consumo energético mayor que con el autobús. Por no hablar de los costes de establecimiento de infraestructuras y superestructuras. En ese sentido se me ocurre el empleo mixto de autobuses y tranvías. Por su puesto que en trazados en que toda la vía esté embutida en el suelo. Que en horas de máxima demanda el servicio sea atendido por tranvías y en periodos de poco tráfico por autobuses.

Respecto al tráfico de automóviles, temo que nos va a tocar asumir su detrimento en determinadas calles en favor de la circulación de peatones, bicicletas, tranvías y autobuses. Ya no es una cuestión de estética o confort. Es una cuestión de hacer frente a una realidad de pobreza energética y buscar soluciones a los problemas.








domingo, 27 de febrero de 2022

Madrid tuvo tranvías de vía estrecha

Resulta relativamente frecuente la aparición de vestigios tranviarios durante la ejecución de obras en las calles de la capital de España. Fundamentalmente raíles y, con suerte, algún aparato de vía o sus partes. Lo que no suele ser tan frecuente es encontrar restos de la red de vía métrica que recorrió la ciudad.


El pasado viernes 25 me acerqué a la calle Prim alertado por la información que mi amigo Miguel Ángel Delgado había publicado en una conocida red social. Las obras de remodelación de la calzada y aceras han expuesto al viandante el antiguo pavimento y los raíles tipo Phoenix.








Tal y como relata José Antonio Tartajo en su blog Madrid, Transportes Urbanos, en Madrid existió una explotación de tranvías eléctricos de vía estrecha entre 1901 y 1934. Llegó a contar con 8 líneas identificadas con letras. Sin llegar a entrar en el nudo tranviario de la Puerta del Sol, sus vías recorrieron la urbe a través de su contorno, entrando y saliendo del estrecho tejido urbano que en su día estuvo contenido por la cerca de Felipe IV.

Mapa editado por el Consorcio Regional de Transporte de Madrid en el que podemos apreciar en color rojo el trazado de la red de vía métrica por el barrio de Chamberí y parte del de Salamanca. [Podéis descargar el mapa de manera gratuita en www.crtm.es].

Parte del trayecto fue compartido con los tranvías de “vía ancha” (1.445 mm) desde la glorieta de Bilbao hasta Marqués de Urquijo. Los raíles de la vía métrica se alojaban “en estuche” siguiendo el mismo eje que los de la ancha. Esto también ocurrió en el trozo de la calle Alcalá entre Cedaceros y Barquillo. Más tarde, cuando la red fue integrada en la Sociedad General, los cuatro pasaron a ser 3, siendo uno de uso común para las dos clases de vehículos que sobre ellos circulaban. También se pasó a emplear un solo cable para la toma aérea de corriente. [Información extraída del libro AQUELLOS TRANVÍAS DE MADRID… de Diego Gutiérrez].

Imagen de la calle Alcalá, en el punto de separación de las vías métricas hacia la calle Barquillo. Podemos apreciarlas justo detrás del carruaje que marcha en paralelo a un tranvía "canario" de vía ancha. La disposición de la pértiga del tranvía para la toma de corriente se corresponde con el sistema Dickinson que emplearon inicialmente. [Memoria de Madrid].




Imagen de la calle Alcalá, en la que podemos apreciar la vía métrica encajada "en estuche" dentro de la ancha. Así como los dos conductores aéreos para cada sistema. [Colección de Antonio Manuel Sanz Muñoz].

Inicialmente la explotación estuvo a cargo de la Compañía Eléctrica Madrileña de Tracción (CEMT), más popularmente conocida como “Madrileña de Tracción”. Como tristemente fue frecuente por la madurez industrial y económica de España, detrás estaba la Sociedad Continental para Empresas de Electricidad con sede en Núremberg.

El diseño de los cangrejos delataba su origen germánico. [Colección de Antonio Manuel Sanz Muñoz].


El 11 de noviembre de 1904 un cangrejo fue protagonista de un triste accidente. [Colección de Antonio Manuel Sanz Muñoz].

Volviendo al valioso blog de J.A. Tartajo, el parque móvil estuvo compuesto por 50 coches automotores eléctricos con toma de corriente por cable aéreo. Han pasado a la historia como los “cangrejos” por el color rojo con que estuvieron pintados algún tiempo. Hubo dos modelos, de caja corta o larga (mayor capacidad de viajeros). Todos contaron con dos motores de tracción, freno dinámico y de mano.

Plano ilustrativo publicado por el Consorcio Regional de Transportes en la obra gratuita Destino Madrid.

Con esta humilde reseña he querido rescatar del olvido a estos entrañables protagonistas de la movilidad de Madrid durante la primera mitad del siglo XX. Tal vez será que mañana viajo por trabajo a las cercanías de Lisboa, que no puedo evitar cuestionar la manera en que se llevó a cabo el desmantelamiento de la red tranviaria madrileña. O más bien su exterminio por el desguace sistemático de la práctica totalidad del parque móvil y la no preservación de ningún trazado para usos turísticos y culturales. Cuestiones en que debemos de mejorar como sociedad.

Entrañable homenaje comercial al tranvía cangrejo, aunque con ciertas confusiones sobre el modelo y trazado. [Colección de Antonio Manuel Sanz Muñoz].