Lo
acontecido el pasado fin de semana en las instalaciones del Centro de
Iniciativas Ferroviarias VAPOR MADRID, ha sido muy grande. Tras más de cuarenta
años parada, la locomotora de vapor Áliva ha despertado de un largo sueño. El
vapor, el fuego y el aceite han vuelto a vitalizar sus entrañas de acero,
transformando su magia en movimiento.
Han
sido más de cuatro años de trabajos, en los que han participado los socios de
VAPOR MADRID, dedicando su tiempo libre, con la ilusión de restaurar esta locomotora
fabricada en 1925. Ingenio que cuando terminó su vida útil, arrastrando trenes
de mineral en Asturias, ya acusaba un pronunciado desgaste. El abandono sentenció
su destino como chatarra. Hasta que fue rescatada, hace años, por los miembros
de VAPOR MADRID.
El
reto ha sido enorme. Sobre todo, teniendo en cuenta que somos una asociación
sin ánimo de lucro y que dedicamos nuestro tiempo libre a las tareas de
mantenimiento y restauraciones del material móvil del Tren de Arganda. Cada
uno, en mayor o menor medida, ha dedicado el tiempo que ha podido. Y combinando
las distintas habilidades o destrezas individuales. Para lograr un trabajo un
equipo, aprendiendo y cooperando, dejando de lado soberbias e individualismos
narcisistas.
Estado de la locomotora antes de ser rescatada por VAPOR MADRID
La
locomotora ya se mueve. Mas aún queda mucho trabajo por delante. Hay que
mejorar su eficiencia, terminar el carenado, instalar el turbogenerador y
terminar la instalación eléctrica, entre otras cosas. Pero lo más importante y
por lo que voces ingratas sugerían fracaso, se ha superado.
El
objetivo es que la Áliva pueda remolcar el tren de viajeros durante la próxima
temporada del Tren de Arganda, de octubre a diciembre. La tracción vapor es la esencia y filosofía de este ferrocarril, no despreciando otras tecnologías. La vuelta a la vida comercial de la Áliva está cada vez más cerca.
Cuanto
más grande es la dificultad, mayor es el sentimiento de éxito por haber logrado
la meta marcada.